Según una publicación reciente, se ha comprobado que hay unos olores que cuando empezamos a no percibirlos es síntoma no de vejez, sino de que la dama de la guadaña está acechando.

Mira.

En la nariz tenemos más de 400 tipos de receptores olfativos capaces de captar más de cuarenta mil millones de moléculas olorosas.

Nuestras napias son una máquina perfecta, ¿verdad?

Los olores concretos, te los pongo al final. Antes debo hablarte de uno de los traseros-pompis-culamen-nalgas más famosas de la historia del arte.

La Venus del espejo

¡Ah, la Venus del espejo! Una obra maestra de Diego Velázquez, y el primer desnudo del arte español, que nos hace cuestionar la vida, el universo y demás mandangas.

Imagina a la diosa del amor y la belleza recostada en el lecho, mirándose en un espejo que sostiene su hijo Cupido.

Velázquez no se anduvo con tontás. No trató a Venus como una diosa inalcanzable.

Nada de eso. La pintó como a una mujer terrenal. Pero, ¡OMG! No te confundas, no es una dama cualquiera. Y aquí viene lo interesante: Velázquez prescinde del toque clásico que le da a Baco, Marte o Vulcano.

Esta vez se recrea en la pincelada porque está pintando su primer desnudo.

La curia y la monarquía se hicieron los despistaos y dejaron pasar esta “obscenidad” sin rechistar, pero, ¿sabes de qué truco se valió Dieguito para librarse de la Inquisición? Te lo cuenta Lina, la invitada glamurosa de un METAdamas semanal muy parisino. Tendrás que escuchar el pódcast.

¿Dónde está la Venus del Espejo?

Es un lienzo que ha pasado por más manos que un billete de lotería.