Como copywriter (escritora, redactora, juntapalabras o llámalo como te salga de…) me gusta estudiar los anuncios clásicos.

Los hay muy buenos.

Buenísimos.

Los del dios Ogilvy siempre me sacuden.

Tiene un anuncio pa´romperse la camisa.

¡Mira cómo toca los puntos de dolor!

Lee:

“Los hombres americanos se están dando cuenta de lo ridículo que es comprar un buen traje y luego tirar por la borda el efecto de ese buen traje llevando una camisa mediocre.

Las camisas Hathaway te hacen parecer más joven y distinguido” – «New Yorker» 22 de septiembre de 1951

¡Aquí lo tienes!

Una promesa de elegancia y juventud vendida con las palabras justas. [Bueno, yo habría simplificado, pero al maestro no le discuto]

El texto es redondito, pero fama vino de la imagen.

Una foto del que llamaron: El hombre de Hathaway que se convirtió en un emblema.

Fue tan viral que la fábrica se permitió el lujo de prescindir del logo poniendo sólo la imagen de un tipo con un parche negro en el ojo.

Ogilvy haciendo su magia.

Flipante.

Volvamos al texto.

¿De qué va este artículo?

Tiene truco

Sí, tiene truco.

Te lo cuento.

Si te fijas, este anuncio esconde 2 sesgos cognitivos:

  1. De confirmación: Afirma que los hombres americanos ven ridículo combinar un traje con una mala camisa. Pensar que TODOS los hombres comparten esa opinión es un error en el que no caes y por eso se busca tu confirmación.
  2. De la belleza o efecto halo: Nos venden que ser joven y distinguido es el canon de belleza, pero es un concepto subjetivo.

Como artista (pintora, diseñadora, creativa, pintamonas o llámalo como te salga de…) me gusta estudiar los cuadros clásicos.

Los hay muy buenos 😜

Deja que te ayude a distinguir estos sesgos que se pueden aplicar al arte.

  1. De asociación: El sesgo que nos lleva a asociar una obra de arte con experiencias pasadas, emociones o contextos, lo que influye en nuestra percepción y apreciación. Compruébalo con el Guernica de Picasso.
  2. Del prestigio del artista: Tienes un garabato de Dalí, Miró o similar, y crees que tienes un tesoro. Tiene su encanto, pero puede que no valga tanto. El reconocimiento del artista nos hace sobrevalorar la calidad de la obra o su importancia.
  3. De la novedad o disponibilidad: Nos gustan las obras de arte que son inusuales o novedosas, aunque carezcan de calidad.
  4. De la familiaridad: No sentimos a gusto con obras que se parecen a estilos o temas que ya conocemos.
  5. De autoridad: Los críticos e influencers del arte tienen mucho peso y pueden sesgar nuestra apreciación de una obra.

Las Meninas y su sesgo

A ver Marta.

¿Me estás diciendo que los cuadros tienen sesgos cognitivos ocultos?

Una gran mayoría, aunque depende de ti.

Tomemos como ejemplo a una estrella del Museo del Prado: “Las Meninas”

¿Ves a la infanta Margarita en el centro del cuadro?

Ok, pues pon atención que se viene el sesgo de atención selectiva o efecto de la prominencia.

Vamos a ello.

El efecto de la prominencia se basa en la tendencia natural de prestar más atención a ciertos elementos visuales destacados en detrimento de otros.

Dicho en plata: Miramos lo que el artista quiere que miremos.

Velázquez tira de luces y sombras para resaltar un punto focal: La infanta, quien se encuentra en el centro del cuadro rodeada por sus meninas y otros personajes de la corte.

¿La ves?

Bien.

Deja que pasen unos segundos para que descubras otros elementos igualmente importantes, como el autorretrato del pintor o los reflejos del rey y la reina que se insinúan en el espejo.

El parche del hombre Hathaway también tiene el efecto de prominencia.

¿Lo pillas?

Ahhh. Claro.

Entonces, ¿toda obra de arte tiene su sesgo?

No tanto.

La “Mona Lisa” tiene el sesgo de familiaridad o de la mera exposición.

En «Los Girasoles» de Vincent van Gogh, encontramos el sesgo de la belleza y en “El beso” de Gustav Klimt podríamos encontrar el de asociación.

¿Has dicho podríamos?

He dicho podríamos.

Porque los sesgos cognitivos (hay más de 100) son atajos mentales.

Son fenómenos SUBJETIVOS.

O sea, que cada cual interpreta y SIENTE los cuadros como le sale del potorro.

¡Esa es la grandeza del arte!


P.D: Si “potorro” te chirría es porque he colado el sesgo del lenguaje emocional que dice: El uso de palabras malsonantes puede afectar nuestra percepción y comprensión de la comunicación.

No seas panoli.

No te dejes engañar por las apariencias.

Lo malsonante es disruptivo.

P.D2: Si tienes una marca y quieres hacerla crecer, me mandas un privadito y te la brandeo o te hago un copy-storytelling de chuparse los dedos.

P.D3: Mis recomendaciones:
📖 Un libro: «La trampa de la felicidad» de Russ Harris. Tratar de evitar el malestar y buscar la felicidad a toda costa puede causar sufrimiento innecesario.
🍿 Una serie: La diplomática de Debora Cahn (la de El Ala Oeste de la Casa Blanca y Homeland)
🍽️ Una comida: salmorejo de melón.
🎙️ Un podcast: Growth y vida de Olga de Andrés