¡Eh, tú, persona bonitísima!

Te voy a contar tres cuentos de Navidad basados en hechos reales, de esos que te harán decir: ¡Vaya, esto no lo sabía!

Aviva el fuego y siéntate a mi lado.

Escucha.

Napoleón y la abadesa de Tordesillas

Imagina.
Estamos en 1808, con la Guerra de la Independencia on fire.
Napoleón (el de la peli), ese tipo con más ambición que un emprendedor en Silicon Valley, está atravesando (devastando) España.

Escena 1: Llega a Tordesillas, y empieza lo bueno.

Napoleón, el estratega con más trucos que un mago en Las Vegas, se encuentra con María Manuela Rascón, la abadesa del convento de Santa Clara de Tordesillas.
Una monja.
Una monjita inofensiva.
Una mujer que lleva más de 40 años sin salir al mundo, y ahora está frente a frente con el mismísimo emperador.

Escena 2: Cafelito de networking.

¿Napo, qué tal el curro? ¿Las reglas de convento se cumplen? ¿La caja cuadra?
Esas cosas de emperadores y abadesas.
Ella, aprovecha el encuentro fortuito y cuela un elevator pitch que deja a Napoleón con ganas de montar conventos así por toda Francia.

Rollo franquicia. Ya sabes…

Escena 3: Se viene el twist

Napoleón, alucinando con la CEO del convento, le ofrece ser «abadesa emperatriz».
Pero ella rechaza el carguito.

Tiene algo mejor pensado.
A cambio, pide salvar a tres hombres que están condenados a muerte.

Escena final: Napoleón, conmovido, concede el deseo.

Firma el indulto, deja una propinaca de lingotes de oro y un edicto para proteger al convento.
Luego recoge las tropas y sigue con su vida.

Spoiler (España gana)

🌟 Todo ocurrió, en una noche de Navidad.

Moraleja: nunca se sabe quién puede llamar a tu puerta.
Otra moraleja: ten a mano un elevator pitch y una taza de café caliente

Sopa de pollo en Navidad

Este cuento es más potente que el último update de Google.

Imagina.

1944, Bélgica, con un frío que congela hasta tus promesas de Año Nuevo.
Tres soldados americanos perdidos en el bosque.
Uno está herido. Todos están desesperados.
La luz de una cabaña a lo lejos.

Elisabeth Vincken y su hijo Fritz abren la puerta.
Tiemblan, pero invitan a los soldados enemigos.
Ella añade caldo a la sopa y la Nochebuena se convierte en una cena para el alma.

Pero la paz es tan frágil, como mi wifi del pueblo.
Cuatro soldados alemanes aparecen, y el terror se apodera del lugar.
Elisabeth, con más coraje que la CEO de una startup, añade más caldo a la sopa, tararea una canción y sirve vino.

La cabaña se convierte en zona de tregua.
Una Noche de Paz, literalmente ✨

Alrededor de la mesa, el mundo se detiene.
Los enemigos comparten pan, olvidan bandos y uniformes.
Curan sus heridas y su soledad.

El salón es un LinkedIn sin fronteras, donde solo importa el calor humano.

Moraleja: mantén tu puerta abierta, porque nunca sabes quién puede necesitar un tazón de sopa.

Noche de paz entre trincheras

Imagina.

1914, la Primera Guerra Mundial en su momento top.

Los soldados, inmersos en el ‘bootcamp‘ más brutal en Bélgica, no esperaban que su ‘roadmap’ incluyera una Nochebuena tan gélida y solitaria como aquella.

La tristeza es el ‘trending topic’, hasta que un ‘flash mob’ improvisado de villancicos lo cambia todo.

Los alemanes, con un DIY de abetos y velas, y los británicos, con sus ‘playlists’ de himnos, hacen un ‘pitch’ de paz.

El hit del momento, «Noche de paz» se convierte en el ‘jingle‘ de aquella tregua.

Bajo la luz de las estrellas, ambos bandos compartieron ‘snacks’, ‘selfies’ y hasta un ‘match’ de fútbol.

 

Reflexión en tiempos de ‘Dislike’ 💔 La guerra es un ‘unfollow’ a la humanidad.

 

Moraleja: Estos sucesos están basados en hechos reales.

Moraleja 2: ¿Y si el único ‘engagement‘ que nos preocupara fuera el de la paz?

Moraleja de regalo: ojalá esta noche y todas las noches de tu larga vida, tengan un puntito de magia.

 


Escucha.
La historia más impactante puede estar detrás de la foto de perfil más seria.
Incluso en la guerra, la bondad encuentra su camino.

🔔 Yo estoy aquí para «cantar» tu historia.
¿Por dónde empezamos?

¡Feliz Navidad!