Wangari nació en 1940 en Kenia y tuvo la fortuna de poder estudiar, algo que todavía sigue siendo minoritario y de ahí que el Objetivo 5 de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible sea lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y las niñas.
Se calcula que hay más de 25 millones de jóvenes analfabetas entre 15 y 24 años en África subsahariana.
Su acceso a la Universidad fue notorio y se graduó en Anatomía Veterinaria en Nairobi donde llegó a ser profesora y también se doctoró en Ciencias Biológicas por la Universidad Mount St. Scholastica de Atchison (Kansas).
Mujer activa y generosa no podía permitirse la pasividad frente a los graves problemas de las mujeres rurales kenianas: su inseguridad alimentaria, la falta de agua, de leña… y propuso a un grupo reducido que plantasen árboles en sus parcelas y que creasen también sus pequeños viveros de semillas.
En África subsahariana, un viaje de ida y vuelta para recolectar agua lleva alrededor de 33 minutos en promedio en las zonas rurales y 25 minutos en áreas urbanas.
La vida en Kenia era dura y no contaba con los mínimos recursos alimenticios lo que llevaba a la malnutrición.
Ella se impuso el reto de restaurar los manantiales y frenar la desertización creando El Cinturón Verde que al irse extendiendo rápidamente con el agravante de ser una iniciativa femenina, comenzó a considerarse como un grupo subversivo.