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Es curioso cómo nos engañamos pensando que podemos ir por la vida a lo Juan Palomo…

Fíjate bien en la foto de abajo.

Espera, te pongo la lupa.

Esas preciosidades que ves en la foto son mis zapas de entrenar y llevan conmigo unos cuantos años. AMO.

El vínculo es tal, que cuando descubrí el agujero del dedo me descompuse, pero como diosa ahorradora y optimista: después de cagarme en Asics (no tiene la culpa), me puse a arreglarlo antes de que el daño fuera mayor.

Investigué en Tiktok (Sí. A tu pesar, es el nuevo buscador) y compré pegamento especial para tejido, hilo blue marine y pintura textil para un acabado finofino.

A correr.

Apenas iba por el cuarto push prees y el agujero recuperó su espacio.

Morí.

Con las tripas en la mano y la microbiota alterada dudé: ¿y si me pillo otras y santas pascuas?

Respuesta de mujer sensata: Ni de coña. Soy sostenible. Economía circular forever. No soy capaz de separarme de ellas. Me voy a Manuel.

Manuel es mi zapatero de confianza y lleva años perfeccionando su arte.

Con una lupa parecida a la que te he puesto arriba, Manuel analizó el boquete como un restaurador en los sótanos del Prado y decidió atacar desde dentro.

Ha puesto un refuerzo y algo más; cariño. Dedicación. Compromiso con el cliente…

Manuel no hace apaños. Manuel soluciona los problemas desde la raíz.

¿Y qué tiene que ver esto con la estrategia empresarial?

Verás.

A lo largo de mi carrera llena de éxitos (juasjuas), he visto a muchas empresas (y CEOs) caer en la misma trampa: intentar ahorrarse unas perricas ya sea en marketing, comunicación, desarrollo de producto o estrategias comerciales.

Hay un error común: cuando intentas hacer algo sin la experiencia adecuada, te expones a que el problema reaparezca.

Y siempre aparece.

Al igual que mis zapas inlove, una empresa necesita mucho más que un recosido de emergencia. Necesita estructura, conocimiento y experiencia, y eso no se puede improvisar.

No te empeñes.

El ahorro se traduce en más trabajo, gasto y un cabreo monumental que pagarás con alguno de tus friends, family and fools, si no tienes autocontrol.

La falsa economía del DIY (hazlo tú misma)

El DIY puede funcionar, pero cuando hablamos de estrategia empresarial, el «Do It Yourself» lleva al desastre.

Lo has visto demasiadas veces: empresas que deciden que el cuñao que «sabe de redes» puede llevar la comunicación o que la de administración puede hacer marketing de guerrilla en sus ratos libres.

El resultado es que, por mucha IA que le metas, el suflé se desinfla.

En lugar de ahorrar, acabas gastando el doble (o más) en reparaciones y correcciones.

El arte de la estrategia

Cuando Manuel acepta un encargo, sabe qué pieza necesita, cómo se comporta esa suela, y cómo reforzar el cuero para que dure.

Lo mismo ocurre con una estrategia bien diseñada: no es parchear, es entender la estructura completa y saber cómo hacerla funcionar de forma sostenible.

Delegar no es debilidad, es inteligencia

Esto nos lleva a la siguiente gran lección (aunque hay gente que no lo aprenderá jamás): saber cuándo, cómo y en quién delegar es clave para una buena estrategia.

¿Capichi?

Manuel sabe reparar zapatos; yo, no.

Yo sé diseñar estrategias de negocio, escribir, artistear y aguantar la inmersión en agua helada casi 2 minutos.

Cada uno tiene su arte.

¡Mírame a los jojooos! Delegar no es señal de debilidad, es una prueba de inteligencia.


P.D: Lo de los cordones de goma es porque odio los nudos.

P.D2: En realidad no llego a los 2 minutos en la tina, pero estoy en ello.

P.D3: Venga, no seas panoli. Seguro que tu negocio tiene algún agujerillo. ¿Eliges a un buen zapatero o vas a arreglarlo por tu cuenta?

P.D4: ¿Qué haces cuando se te rompen tus zapatillas favoritas?

Artista, escritora y comunicadora. Madrid, Spain