La Venus del Rolls-Royce y el arte de escuchar
El bloqueo
Hay días en los que no sale nada.
Ni una frase. Ni un put* párrafo.
Te sientas frente al teclado y lo único que oyes es el eco de tu frustración.
Eso, mi querida, es un bloqueo creativo de órdago.
De los gordos.
De los que huelen a cabreo y a tentación de abrir TikTok “solo un ratito”.
Cuando eso pasa, no escribo.
Escucho.
El momento
Para escribir, primero hay que respetar el silencio. Y abrir las orejas. Mucho.
Y pasan cosas.
Un bisbiseo.
Una frase casual.
Un susurro que se cuela por una rendija.
O una escena anodina que chisporrotea cuando la miras con los ojos de contar historias.
Esta es la escena anodina
Viernes en mi Ouigo tempranero rumbo a los madriles.
Asiento de mesa a cuatro y a contramarcha (mal rollo. Me marea).
¿Los casquitos? encajados y a todo trapo uno de mis podcasts favoritos: Meraki de Nuria Pérez
—Para que te cojan bien el bajo, te tienes que poner tiesa. Así. Con los brazos para atrás y el cuerpo pa´alante.
Una METAdama de chaqueta y gafas descolgadas hablaba con voz potente y con una sabiduría doméstica que no se aprende en libros, sino en salones de barrio y vestidores donde el tiempo se detiene para cogerte el dobladillo.
—Te pones como un palo. Así. Como la figurita de los rolls.
¿Qué rolls?
La imagen
Se refería a Spirit of Ecstasy.
La Venus que adorna el capó de los Rolls Royce desde 1911.
Una mujer en eterno vuelo contenido. El gesto de una diosa que nunca aterriza.
Brazos hacia atrás. Cuerpo inclinado.
Vestida por el viento.
Oye marymary. Aquí hay una historia.
Se me quitaron las ganas de dormitar.
Saqué el Mac de la mochila y empecé a teclear.
El barón, la diosa y su secreto
A principios del siglo XX, el barón británico John Walter Edward Douglas-Scott-Montagu estaba pilladísimo de su secretaria: Eleanor Velasco Thornton.
Actriz. Carismática. Brillante. Pero él estaba casado. Y esos amores secretos no entran en sociedad.
Quiso tenerla cerca de otra forma y le encargó al escultor Charles Sykes una figura inspirada en ella para colocarla en el capó de su coche.
Así nació The Whisper.
Eleanor con un dedo en los labios.
Una declaración de amor eterno en forma de estatuilla.
Solo para sus ojos.
La metamorfosis de una musa
La casa Rolls-Royce buscaba una figura que representara la elegancia de sus coches. Querían algo que respirara distinción.
Sykes rescató su escultura, quitó el gesto del “shhh”, le puso los brazos hacia atrás como alas y la inclinó un poco más hacia delante.
Así nació el símbolo. Así nació el Spirit of Ecstasy. El espíritu del Éxtasis.
Seguía siendo Eleanor. Aunque nadie lo supiera. Aunque su nombre se borrara del relato oficial (como suele ser habitual).
Una diosa motorizada que vuela sin despeinarse. Libre.
Pero Eleanor terminó como terminan las historias tristes.
En 1915, viajaba en el SS Persia torpedeado por un submarino alemán.
Su cuerpo nunca se encontró. Walter sobrevivió y fue rescatado tras varios días a la deriva.
Su muerte fue tan discreta como su amor.
Pero su silueta sigue viva. Sobre ruedas.
Escuchar es escribir
Mira, princesidad, ¿te das cuenta de cómo hemos hilado esta historia con aguja fina?
Es fácil para las cotillas confesas como menda lerenda y me encanta cuando una frase anodina me espolea para ser contada.
Escuchar es una herramienta creativa.
Y también una forma de estar presente.
De abrir la puerta a lo inesperado.
El mundo está lleno de novelas en voz baja.
Solo hay que agudizar el oído y afinar la mirada.
Si te has quedado con ganas de más…
En el último episodio de METAdamas, hablo de esto.
De bloqueos. De inteligencias artificiales. De copywriting y storytelling.
De milagros que se cuelan por las rendijas.
Y de cómo la mejor historia se sube contigo al tren. Y te regala una imagen que no se borra.
Dale al play.
No seas panoli.
Escucha como si todo lo que ocurre a tu alrededor estuviera escrito para ti.
Porque a veces, hermana, lo está.
P.D: Una vez me llevaron a casa en el Rolls-Royce de alguien muy conocido. Blanco, impecable, silencioso. Pedí que me enseñara el paraguas que va oculto en la puerta. No quise hacer la prueba del euro colocado de canto (dicen que no se tumba ni con el motor en marcha). Ahora me arrepiento. Me habría dado para otra historiaza.
🎧 Escucha el episodio completo: 10 herramientas para inspirar tus escritos (y vencer al dragón de la página en blanco)
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