Banksy, ¿genio o jeta?
El interés partió de la conocida performance organizada en la casa de subastas Sotheby’s.
Consistió en la destrucción programada de una las litografías más conocidas del artista frente a un sorprendido público que no daba crédito.
El propio Banksy a través de su cuenta en Instagram (único medio junto a su web en el que autentifica cada obra) colgaba el momentazo junto al pie de foto «Going, going, gone» «Se va, se va, se ha ido» La típica frase utilizada por los subastadores y que tanto sentido cobraba aquí.
Jenny Saville, la artista eclipsada
Pero nunca llueve a gusto de todos y de ahí la inoportunidad como título de éste artículo.
Debo reconocer que la performance me gustó pero me entristece que otro hito histórico haya pasado desapercibido y es que minutos antes del acuchillamiento de su niña con globo, una gran artista a la que admiro profundamente, Jenny Saville alcanzaba el precio más elevado en subasta siendo mujer y estando viva.
Su magnífica obra Propped se vendió por 10,8 millones de euros, pero pocos se enteraron…
Una vez más el arte femenino es eclipsado pero estamos acostumbradas.
Después de mi alegato reivindicativo en ésta tertulia, me recompongo el moño y seguimos hablando sobre Banksy, la enigmática figura que ahora tendrá unos 45 años y cuyo mayor reto seguramente sea, permanecer en el anonimato.
¿Quién es Banksy?
Hay quien afirma que se trata de una mujer ¿? y su nombre real se desconoce.
Se baraja que podría ser Robert de Naja, cantante de Massive Attack o Robin Gunningham, aunque ambos lo niegan. Tampoco se puede concretar su lugar de nacimiento o residencia aunque se estima que su carrera comenzó a partir de 1992 en Bristol.
El modus operandi de Banksy es y será siempre un misterio
Nadie le ha visto pintar en directo y hay quienes afirman que no podemos hablar de una única persona sino de un grupo organizado y perfectamente estructurado ya que, dada su prolífica obra, es improbable que actúe en solitario.
En Banksy Does New York (2013) el artista plantea un «tablero de juego» actuando en distintos barrios cada día y quedó patente que contaba con un gran equipo puesto que era técnicamente imposible su don de la ubicuidad.
Sin embargo, que tenga «taller» o no, no le restaría valor a su obra y tampoco se depreciaría por recurrir a una u otra técnica ya sea el estarcido, la escultura o la performance.
¿Un héroe de barrio?
Su mensaje, jamás es vacuo y su denuncia social o política es evidente en cada pieza.
También su sentido del humor y un carácter antisistema (enfant terrible) que nos atrae.
Odiamos o amamos a éste Robin Hood contemporáneo que aparenta seguir un sainete tejido con arquetípicos personajes.
El héroe
Bansky es un Leonardo de barrio cuya misión es «despertarnos» con sus pintadas gratuitas para gusto y solaz de los paseantes.
El tipo solidario que donó su obra «La banalidad de la banalidad del mal», en una tienda de segunda mano para ayudar a personas sin techo y pacientes de sida.
El valiente que trabajó en zona de guerra (Cisjordania, Gaza), el creador libre que presume de no ser representado en exclusividad por ninguna galería y que rechaza tener marchante, de hecho se desligó de su primer representante Steve Lazarides.
A todas luces mantiene el carisma de un artista rebelde que se jacta de la burbuja del arte que nadie se atreve a desinflar.
El villano
Como contrapunto en esta trama teatral, tenemos al «villano» en la figura de Stephan Zeszler, el malo-malote que «roba» las obras de nuestro protagonista para venderlas en su galería a precios desorbitados de los que el propio autor no parece recibir ni un euro ¿?
El fiel escudero
El fiel «escudero» podría ser Brian Greif, apasionado coleccionista y productor del documental Saving Banksy (2017) en que vemos cómo arriesga su fortuna para preservar una de las famosas ratas del artista.
Es reseñable la parte en la que Greif se resiste a la oferta del villano (llegó a ofrecer más de 700 mil dólares) y se mantiene firme en donar esta obra a un museo.
La paradoja es que ningún museo puede aceptar legalmente una pieza que carece de certificado de autenticidad y no puede tenerlo puesto que hay un detalle importante: si alguien delatase al artista o el mismo si firmara alguna de sus obras en lugares prohibidos, inmediatamente sería procesado, porque en muchas ciudades el graffiti es considerado delito.
Los Groupies
La troupe, los fans que nos contentamos con pegar un imán banksiano en la nevera porque no nos alcanza el bolsillo para un original.
Esto «No es un Banksy»
Como llevo sangre gallega, me habría encantado que su estarcido en El Ferrol «dos guardias civiles besándose» fuera obra suya pero hace poco apareció ésta nota en su web: «No es un Banksy» y se acabó la controversia.
Una pena… pero si tuviera ganas de España hace tiempo que le tengo reservado éste espacio ⇓ y le invito a dejar su sello en alguna de nuestras ciudades. ¡Será por muros…!
Imaginen una ciudad donde el graffiti no fuera ilegal. Una ciudad donde todos puedan dibujar lo que les guste. Donde cada calle esté inundada de miles de colores y frases cortas. Donde esperar el autobús nunca fuera aburrido. Una ciudad que fuera como una fiesta donde todos están invitados. Imaginen una ciudad así y dejen de apoyarse en la pared. Está húmeda. Banksy