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Del net art al arte algorítmico: cómo la inteligencia artificial ha reactivado un movimiento que nunca murió del todo

Con la llegada masiva de las inteligencias artificiales, uno pensaría que el arte digital acababa de inventarse. Pero no. Lo que ha ocurrido es que el net art, ese arte rebelde, visionario y profundamente conectado con lo que significa estar en red, ha resucitado. O mejor dicho: nunca murió, solo se estaba transformando, como todo lo que tiene ADN digital.

El net art —en minúsculas y sin punto, por respeto a su origen glitcheado— es más que una etiqueta para galerías modernas: es un campo de batalla, un laboratorio, una especie de performance continua en la que el arte, la tecnología, la política y la identidad se tocan y se hackean mutuamente.

Nacido en los albores de Internet, cuando conectarse aún hacía ruido (literalmente), el net art ha sido testigo y narrador del devenir digital. Y hoy, gracias a la inteligencia artificial y sus infinitas posibilidades, vive una nueva era de exploración y potencia creativa.

¿Qué es net art?

El net art es un tipo de arte que utiliza la red como espacio de creación, exhibición y relación. No es simplemente arte digital: es arte que vive en Internet, que se construye desde su lenguaje, su lógica y sus códigos.

Implica desde sitios web como obras de arte hasta instalaciones físicas conectadas a servidores, piezas que cambian en tiempo real o experiencias inmersivas generadas con datos de los usuarios. Es, en definitiva, un arte que no puede existir sin la red.

Como bien dice Rhizome.org, una de las plataformas más importantes para la preservación del net art: “It’s not just art on the web — it’s art of the web.”

El origen glitch del término

La leyenda (verificada) cuenta que el término “net.art” nació de un error. En diciembre de 1995, el artista esloveno Vuk Ćosić recibió un correo electrónico corrupto. Entre el caos de caracteres, solo quedó legible esa secuencia: net.art. Y con eso bastó.

Ćosić se apropió del término y, junto a colectivos como JODI, Olia Lialina o Alexei Shulgin, comenzaron a usar la red no como medio auxiliar, sino como lienzo, herramienta y escenario.

En sus inicios, el net art era punk, experimental, fragmentado y a menudo ilegible para los circuitos oficiales del arte. Y ahí estaba su fuerza.

Net art hoy: de los GIFs al machine learning

Con el paso de los años, el net art ha mutado tantas veces como Internet misma. Empezó siendo estático y HTML, pasó por los GIFs y el Flash, coqueteó con las redes sociales y ahora entra de lleno en la era del machine learning y la inteligencia artificial.

La IA ha traído consigo una nueva paleta de herramientas: modelos generativos, redes neuronales, algoritmos de visión artificial, síntesis de voz, análisis de datos en tiempo real…

Hoy, los artistas del net art no solo crean en la red: crean con la red, programando sistemas que aprenden, reaccionan, evolucionan. Obras que no son estáticas ni cerradas: son entidades vivas en continuo diálogo con su entorno digital.

Tres artistas imprescindibles del net art (y su evolución IA)

1. Vuk Ćosić

Artista y activista nacido en Eslovenia en 1966, es uno de los pioneros del net art. Su obra cuestiona la estética digital y la política del lenguaje online. En su pieza “La primera frase colaborativa del mundo” (1996), los visitantes de la web podían añadir palabras a una oración colectiva que se iba expandiendo en tiempo real.

Ćosić también es conocido por reinterpretar el cine clásico en ASCII, como en su famosa adaptación de Psicosis de Hitchcock, que puedes explorar en su web personal.

2. Sougwen Chung

Artista chino-canadiense que trabaja en la intersección entre humanos, máquinas y el cuerpo. Su práctica es profundamente sensorial y tecnológica. Uno de sus proyectos más impactantes es “The Garden of Earthly Delights” (2017), una instalación con una impresora 3D que interactúa con redes neuronales para producir esculturas en constante evolución, reaccionando al entorno y al público.

Chung ha colaborado con sistemas de IA que ella misma entrena para que dibujen a su lado, cuestionando la autoría, la colaboración y la conciencia digital.

3. Olia Lialina

Artista, teórica y crítica nacida en Moscú en 1971, es una de las figuras más influyentes del net art clásico. Su obra más conocida, My Boyfriend Came Back From the War (1996), es una historia hipermedial sobre la pérdida y la comunicación fragmentada, contada en marcos HTML y animaciones GIF. Una pieza pionera del arte narrativo en la red.

Lialina ha dedicado las últimas décadas a investigar la historia del net art y a defender la preservación de sus formas originales, incluyendo navegadores y formatos ya obsoletos.

Net art + inteligencia artificial = un arte que respira

La colaboración entre net art e inteligencia artificial no es una moda pasajera: es una evolución lógica. La IA permite a los artistas crear obras generativas, sensibles, cambiantes, que se adaptan al entorno o a las decisiones del público.

Hoy existen piezas que componen música en tiempo real con algoritmos de aprendizaje automático, retratos que se deforman según las emociones de quien los mira, webs que se reescriben a sí mismas, y hasta poesía escrita por bots entrenados con archivos personales de sus creadores.

Y no todo es teoría: proyectos como Webrecorder de Rhizome están archivando estas piezas complejas para que no desaparezcan en el olvido digital. Porque sí: el net art también envejece. Y mal, si no se cuida su contexto.

¿Y qué pasa con el criptoarte?

La explosión del criptoarte y los NFTs ha traído al arte digital algo que parecía incompatible con su espíritu original: la propiedad. Si el net art apostaba por la participación libre y la circulación sin barreras, los NFT han llegado a monetizar (y a veces acotar) esa circulación.

¿Es el criptoarte heredero del net art? Depende. En lo técnico, sí: muchas piezas de NFT son arte digital que podría haber existido en los 90. En lo conceptual, hay un salto. Aunque también hay artistas que están usando los NFTs con un enfoque crítico o incluso para financiar obras net art vivas que necesitan servidores y mantenimiento constante.

La frontera está aún por trazarse, y ahí hay un campo fértil para la experimentación.

El futuro es (y será) interactivo

Si algo está claro, es que el arte digital ya no es un experimento marginal. Es una disciplina legítima, compleja, influyente, con su propia historia y su propio vocabulario.

El net art, lejos de quedar relegado a una anécdota noventera, ha vuelto a ponerse en el centro gracias a su capacidad de evolucionar, adaptarse y reinventarse. Y la inteligencia artificial no lo sustituye: lo expande.

El arte ya no cuelga de una pared. El arte conversa. Reacciona. Se deja afectar. Y, a veces, te responde.

Así que la próxima vez que alguien te diga que el arte digital es solo filtros y GIFs, recomiéndale perderse un rato en una web de Lialina, en una performance de Chung o en los archivos de Rhizome. Que entienda lo que significa crear dentro de Internet, desde dentro de su caos y su belleza.

Porque el futuro no es ahora.
El futuro es red. Y ya está aquí.

Te invito a visitar mis galerías de criptoarte en:

  1. MAKERSPLACE
  2. FOUNDATION
  3. OPENSEA
  4. RARIBLE
  5. 1STDIBS

Artista, escritora y comunicadora. Madrid, Spain