Lo que aprendí de unas chicas con babero (y sin marca)
Anoche me topé con una de esas acciones de street marketing que tanto me fascinan. Y más todavía cuando veo que no hay ninguna marca detrás, ni logotipo, ni agencia, ni brief, ni nada que huela a publicidad con PowerPoint.
Simplemente, creatividad en estado puro.
Veréis. Paseaba ensimismada por una calle céntrica, disfrutando de ese momento extraño en el que las luces ya no son de verano pero tampoco son del todo de otoño. Una especie de preotoño con temperatura emocional de 22 grados y media sonrisa.
De repente, me aborda un grupo de chicas alborotadas. Llamaban la atención, vaya si la llamaban. Se habían atado largos baberos y llevaban bolsas a modo de pañales (esto último no lo entendí muy bien, pero lo dejé correr, como se deja pasar lo absurdo cuando funciona).
Al principio pensé: despedida de soltera con presupuesto recortado. Pero no. Una de ellas me planta un cartel en la cara:
“Por 20 céntimos: un abrazo o un tartazo”
Y me preguntó, sonriente y convencida:
— ¿Qué prefieres?
Primer objetivo del marketing callejero: que te detengas
Y ya con eso, objetivo cumplido número uno de cualquier acción de marketing de guerrilla: hacer que el público se detenga.
Y lo hizo bien. Sin invadir, sin interrumpir violentamente.
Solo con una frase provocadora y la sonrisa perfecta, de esas que ni el algoritmo puede mejorar.
Yo, aún procesando el dilema moral de agredir o amar, balbuceo:
— Pero… ¿cómo te voy a dar un tartazo, mujer? Si te doy algo, será un abrazo.
— Vale —acepta—. Mejor para mí. Pero son 20 céntimos…
Segundo objetivo: provocar la acción
Y ahí está el segundo objetivo: activar la decisión.
No se queda en la anécdota, te obliga a actuar.
Y lo hace con un gesto tierno pero claro: o colaboras, o te quedas fuera del juego.
Abro la cartera.
— Te doy dos euros, pero me cuentas de qué va esto.
— ¡Es para organizar una cena de alumnas! —gritan todas a coro, dando saltitos de alegría como si acabaran de descubrir el fuego.
Tercer objetivo: convertir la transacción en experiencia
Tercer acierto: emocionar al cliente, hacerlo cómplice.
Después del abrazo (sincero y apretado), me quedo con la sensación de haber participado en algo limpio, divertido y genuino.
Nada de panfletos, ni promociones, ni QR que no llevan a ningún sitio. Solo conexión real y alegría contagiosa.
Marketing emocional de andar por casa, pero con estrategia invisible.
Cuarto objetivo: repartir bien la acción
Y cuando me alejo, veo que no era una acción improvisada.
Me cruzo con más grupitos, perfectamente distribuidos en puntos calientes de la Avenida.
Algunas chicas con baberos, otras ya con restos de nata o crema de tartazo en la cara, todos ubicados con sentido. Segmentación de territorio nivel profesional.
¿Sabían algo de marketing? Puede.
¿Lo hicieron bien? Sin duda.
¿Qué podemos aprender de todo esto?
Estas chicas, sin saberlo, son el ejemplo perfecto de una empresa sin recursos pero con creatividad.
Logran:
-
Que el público se detenga
-
Que interactúe
-
Que se emocione
-
Que hable de ellas (como estoy haciendo yo ahora)
Y lo hacen sin molestar, sin invadir, sin venderte nada que no quieras comprar.
Todo lo contrario de esa otra especie invasora de la calle…
El lado oscuro del marketing escolar
Hablemos del otro extremo: los cupones de Navidad.
Esos que acabas comprando por obligación social al hijo de tu vecina o al chaval que te mira con ojos de “mi viaje de fin de curso depende de ti”.
Y tú, blando como una magdalena, acabas soltando el billete… para luego olvidar el cupón en el cajón, porque nunca, jamás, toca nada. Ni un reintegro simbólico.
A estos, sinceramente, les daría yo un buen tartazo.
Cariñoso, con nata vegetal si quieres, pero con su meneo.
Ni creatividad, ni interacción, ni experiencia positiva. Solo presión social y cartones tristes.
El marketing que no parece marketing
Ahí está la magia: cuando una acción no huele a estrategia, pero lo es.
Cuando no te venden nada, pero te hacen sentir parte de algo.
Cuando no hay logo, pero hay risa, conexión y propósito.
¿Y si las marcas aprendieran un poco de esto?
¿Y si dejáramos de pensar que el marketing solo consiste en empapelar ciudades y perseguir al cliente como si fuera un Pokémon salvaje?
Si te interesa el concepto de marketing de guerrilla, echa un ojo a este artículo de HubSpot: da ideas y ejemplos reales que van más allá del manual de siempre.
Lo auténtico engancha. Y se comparte
No sé si las chicas de los baberos estudiarán publicidad, teatro, magisterio o derecho.
Pero lo que sí sé es que, por una noche, se convirtieron en las mejores embajadoras del marketing humano: el que te toca, te hace reír, te hace pensar.
Y eso, my darling, no se aprende en una masterclass.
Se aprende en la calle, mirando, sintiendo y atreviéndote a hacer el ridículo por algo que vale la pena.