El deseo femenino: cómo reencontrarlo en verano… y en ti
¿Qué pasa cuando sentimos que hemos perdido el deseo?
No solo el sexual —aunque ese también—. Me refiero al deseo de estar vivas, de movernos, de reír como perras libres. El deseo de mirar y que se te encienda algo por dentro. Ese que parece que un día se fue… y no dejó nota.
Este podcast es una invitación a dejar de buscar culpables (el estrés, la rutina, las hormonas, el patriarcado o tu ex) y empezar a escuchar de verdad.
Porque el deseo no desaparece.
Se esconde.
Y aquí venimos a encontrarlo.
El deseo no es frivolidad: es supervivencia
Durante siglos, el deseo femenino ha sido reprimido, patologizado o directamente secuestrado para placer ajeno.
Lo han pintado de pecado, de peligro, de “no es para ti”.
Y claro, cuando lo sientes, te sientes rara.

Pero escúchame:
El deseo no es un lujo. Es una señal de vida.
Según el Kinsey Institute, un 40 % de las mujeres ha reprimido su deseo por miedo al juicio.
¿Y qué pasa entonces?
Que nos desconectamos del cuerpo, de la energía, del gozo, y nos pasamos el día funcionando como tostadoras sin enchufe.
¿Te suena esto? Entra en este otro episodio: “Autocuidado y bienestar”, donde hablamos de lo que pasa cuando una se convierte en su última prioridad.
Frida, Safo y otras seductoras
Frida Kahlo le llamaba al deseo “hambre de vivir”. Y tenía razón. Porque su cuerpo dolía, pero su deseo estaba encendido. Escribía cartas. Pintaba autorretratos como si fueran gritos eróticos. Amaba sin orden ni prudencia.
Mucho antes, Safo —sí, la de Lesbos— decía:
“El deseo me agita el alma, como el viento golpea a los robles.”
A ninguna de las dos las enseñaron a desear.
Lo hicieron igual. A su manera. A su ritmo.
Y tú también puedes.
(Si Safo viviera hoy, tendría podcast, club de lectura y varias amantes. Frida tendría OnlyF+ns con estética barroco-revolucionaria. Y tú estarías suscrita a las dos.)
¿Y si el cuerpo no tiene ganas? Spoiler: no estás rota
Entra en escena nuestra amiga, la perimenopausia.
Esa etapa confusa, impredecible, donde te sientes como si llevaras el sistema operativo a medio actualizar.
Bajada de estrógenos.
Testosterona en la siesta.
Ganas de nada.
Libido en coma.
Pero escúchame bien:
No estás rota. Estás en transición.
Según el British Medical Journal, muchas mujeres recuperan su deseo con tratamientos bien acompañados (hormonales o no). Y sí, la testosterona también es tuya, aunque suene a gimnasio de tíos.
Lo importante: no resignarse. No tragarse la idea de que “esto es lo que hay”.
Hablamos más de esto en “Placer y sexualidad”.
Y ellos… ¿ya no desean?
También se apagan.
Aunque no lo digan. Aunque no lo reconozcan.
A partir de los 40, muchos hombres empiezan a tener una caída lenta de testosterona (lo que se llama andropausia, pero con menos marketing y cero rituales).
¿Síntomas?
Menos deseo
Más cansancio
Cambios de humor
Y a veces, dificultad para reconocer que algo les pasa
Y tú, mientras, pensando que has perdido tu libido… cuando lo que tienes al lado es un iceberg emocional disfrazado de adulto funcional.
La solución no es salvar a nadie.
Es hablar claro.
Preguntar. Escucharse.
Y dejar de asumir que el deseo tiene que sostenerlo siempre una sola persona.
Deseo de verano: el cuerpo también florece
El verano no solo sube la temperatura.
Sube las ganas.
Más luz → más serotonina
Más testosterona (también en nosotras)
Más feromonas (el sudor no es tan malo, cariño)
Más piel al aire
Más relajado, menos mails
Más cuerpo, menos excusas
Un estudio de la Universidad de Siena demostró que los niveles de deseo aumentan de forma natural en verano. ¿Por qué no aprovecharlo?
En vez de matarte a planes y bronceador, regálate deseo: respira lento, mira despacio, toca con intención.
Camina con deseo. Literalmente.
No necesitas tantra.
Ni pareja.
Ni un retiro en Bali.
Solo tú. Y tus piernas.
Haz esta prueba:
Sal a caminar (por donde sea).
Y mientras andas, repite:
¿Qué deseo aún arde en mí?
¿Qué parte de mí pide espacio?
No fuerces respuesta.
Solo camina con la pregunta.
Inhala, exhala.
Camina con intención.
Camina con deseo.
Aquí tienes una meditación caminada para ayudarte. Son solo unos minutos. Y pueden encenderte más que muchas citas.
El deseo no se apaga. Se transforma
Hoy tienes permiso para reconectar con el deseo.
No como lo sentías antes, sino como eres tú ahora.
El deseo no se pierde.
Se esconde.
Y tú estás lista para encontrarlo.
🖤 Escucha el episodio completo en METAdamas Podcast
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—Marta Sanmamed. Deseando encontrarme contigo