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¿Sabías que cuando rondamos los 40 años utilizamos tan solo un 2% de nuestra capacidad cerebral? Buffffff, terrible. Sobre todo si nos comparamos con los niños…

¿Sabías que un niño en edad escolar hace más de 100 preguntas al día? A todos os suena. Vais en el coche y empiezan los ¿cuando llegamos?, ¿cuánto falta?, si no hubiera sol ¿qué pasaría?, ¿qué hay de comer?, ¿dónde vamos esta tarde?, ¿qué hacen los pájaros cuando no vuelan? etc…

¿Qué nos pasa a los adultos? Para mi está bien claro, a medida que vamos creciendo dejamos de hacer preguntas «tontas» porque nos creemos muyyy listos, cuando, precisamente en el corazón de esas preguntas y en sus posibles respuestas está la base de la creatividad.

Recuerdo que durante un taller marketiniano, el ponente se quitó su cinturón y nos animó a pensar en las muchas cosas que podríamos hacer con él. Estaríamos unas 50 personas en la sala y sólo dos, encontramos más de 30 aplicaciones, pero podríamos haber seguido dando el coñazo si nos hubieran dado algo más de tiempo.

La media fueron 10 aplicaciones por persona y todas bastante lógicas (y aburridas). ¿Quiere eso decir que ese colega y yo tenemos un CI superior a la media? ni de coña (bueno a lo mejor el otro si..) Lo que quiere decir, es que nosotros encontramos otras maneras de que ese cinturón dejara de ser lo que obviamente era y lo convertimos en un cercado para las ovejas playmobil, doblamos un extremo para hacer una cuchara y cuando lo partimos en pedazos fabricamos un dominó. ¿Respuestas tontas? posiblemente y más cuando escuchamos las risotadas del resto de asistentes.

Sin embargo lo que hicimos fue dejar que nuestro yo creativo campara a sus anchas, con plena libertad y sin AUTOSABOTEOS.

Lo peor que puedes hacer con tu creatividad es juzgar si la idea que has tenido es buena o mala, porque la creatividad es una dama muy suya y si nota que no hay respeto, se esfumará.

Por tanto, cuarentones del mundo ¿vosotros qué harías con un cinturón?